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ESPECIAL BLAS DE LEZO, EL HÉROE OLVIDADO

En Irminsul Digital dedicaremos este especial a la memoria de Blas de Lezo, el marinero español que derrotó a la mayor flota jamás reunida hasta entonces, y cuyo nombre, fue sin embargo olvidado e ignorado hasta en su propio país; el nuestro.

3000 hombres contra 30 000; 6 barcos contra 186; Cartagena de Indias, la historia de una victoria; la historia de un héroe olvidado.

 

Trafalgar, La Armada Invencible, Rocroi… Conocemos la cara más oscura de nuestra historia, nuestras más sonadas derrotas, pero olvidamos e ignoramos a conciencia lo más glorioso, lo más brillante de nuestro pasado. Nuestras victorias, que tan conocidas hubieran sido de haberlas ganado otros.

Derrota de las armas españolas mitificada en la Leyenda Negra

Derrota de las armas españolas mitificada en la Leyenda Negra

Blas de Lezo, el hombre

Blas de Lezo nació en Pasajes (Guipúzcoa) en 1689. Vasco de nacimiento y español de corazón, Lezo consiguió elevar su nombre por encima del ruido de la historia. A LA corta edad de 12 años y tras un periodo formativo en el país galo, Blas de Lezo entró al servicio de la causa borbónica en la guerra de sucesión. En su bautismo de fuego, en Vélez- Málaga, el guipuzcoano destacó por su arrojo y valentía y consiguió, además de que una bala rasa de cañón le arrancara una pierna, ascender hasta el puesto de oficial, alférez de la armada.

Retrato de época

Retrato de época

Con el tiempo y debido siempre a acciones meritorias, Lezo fue incrementando su fama y dejando parte de sí en cada campo de batalla. En Tolón el ojo; en Barcelona el brazo derecho… a los 25 años Lezo era ya un capitán de navío sonado, mutilado, temido y respetado por sus enemigos. El mediohombre. Sus Increíbles proezas le fueron haciendo merecedoras de los máximos reconocimientos. Tras una breve convalecencia en el puerto francés de Rochefort, Lezo volvió con el cargo de almirante a la mar, lugar en el que consiguió sonadas victorias contra los enemigos de la corona. Ingleses, turcos, piratas…

Lezo luchó en el Caribe, en el Mediterráneo, tuvo un papel determinante en la toma de Orán, combatió, siempre victorioso y en la mayoría de las ocasiones en clara inferioridad numérica. Pero tras sus numerosas hazañas, una última misión le fue asignada; defender América de las garras inglesas..

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El XVIII español

  El siglo XVIII había abierto los ojos coincidiendo con la muerte del último de los Austria. La guerra era inminente, los enemigos claros. Los borbones centralistas, apoyados por castilla se hicieron fuertes y vencieron ala confederación de reinos apoyados por Aragón en la guerra de Sucesión. En ella, la victoria borbona se rubricó con los Decretos de Nueva Planta y con un pacto que, pese a ser los ingleses los vencidos, fue realmente ventajoso para ellos. Con El tratado de Utrecht, en 1713, España pierde parte de sus posesiones europeas como Sicilia y Flandes, además de las baleares y el derecho al monopolio comercial en américa. El Reino de España quedó esquilmado, arrasado, debilitado y empobrecido.

Poco a poco, los ingleses se fueron infiltrando en el caribe, y no contentos con su derecho a comerciar se dedicaron al contrabando. Teniendo en cuenta que vivían fuera de La Ley, los delincuentes ingleses eran perseguidos y muchas veces capturados por los guardacostas españoles. El capitán Fandiño, uno de esos guardacostas al servicio del Rey de España, atrapó en una ocasión a un contrabandista llamado Jenkins. El castigo ante el crimen fue contundente; dado que el inglés se escudaba en que su rey le permitía vulnerar la ley española, el capitán español cortó su oreja al delincuente y le espetó: “ve y dile a tu rey que lo mismo le haré si a lo mismo se atreve”.

La Cámara de los Lores, deseosa de emprender una campaña contra la américa española, esgrimió la frase como casus belli para el ataque. EN 1741 las aguas del caribe fueron testigos de la mayor flota de guerra jamás reunida hasta entonces, solo superada por la flota aliada en el desembarco de Normandía. Portobelo cayó fácilmente en las garras de Vernon, el almirante británico de la titánica flota, que envalentonado se dirigió a las murallas de Cartagena de Indias, enclave marítimo de todo el comercio atlántico español.

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LA BATALLA

El sitio de Cartagena de Indias comenzó el 13 de marzo de 1741. Los valientes defensores tenían tres opciones, vencer, morir o las dos. Los españoles se encontraban comandados en tierra por el Virrey Sebastián de Eslava, Almirante de los Reales Ejércitos. Desde el mar, y mucho más curtido en la batalla tenemos a nuestro héroe, D. Blas de Lezo, apoyado también por el Mariscal de Campo D. Melchor de Navarrete, Gobernador de la ciudad, y por el Coronel D. Carlos Des Naux, Ingeniero militar, excelente arquitecto y Director de obras de fortificación. No faltaron las discusiones entre el virrey y Blas de Lezo, pero finalmente los cuatro decidieron actuar unidos bajo el liderazgo de Lezo para hacer frente al enemigo inglés.

Clave del comercio americano

Plano de la Ciudad de Cartagena de Indias

Antes del desembarco, Vernon silenció las baterías de tres fortalezas: Chamba, San Felipe y Santiago. Más tarde los barcos ingleses cañonearon durante 16 días seguidos la fortaleza de San Luis de Bocachica, con la que se hicieron, y tras ella tacaron Fortaleza de Bocagrande  para poder acceder a la bahía. Cuando lo consiguió, Vernon, seguro de su victoria, informó a Inglaterra del triunfo sobre Cartagena de Indias. Los españoles se defendieron en la fortaleza de San Felipe de Barajas. En total, eran unos 300 hombres bajo el mandato de Lezo y Desnaux. Los ingleses comenzaron a atacarla por tierra con decenas de miles de hombres. 1500 de los mejores soldados británicos cayeron ante el fuego de fusilería y artillería de fortificación hispano.

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La preocupación de Vernon aumentó. El inglés planeó un ataque sorpresa con escalas para apropiarse de la fortaleza la noche del 19 de abril. Blas de Lezo, que ya había pensado en la posibilidad de este ataque, mandó previamente cavar un foso alrededor de la muralla. Los británicos, sorprendidos al ver que las escalas se quedaban cortas, quedaron desprotegidos frente al ataque español, que aniquiló a miles de soldados enemigos impotentes bajo la potente cortina de fuego graneado de los españoles. Al día siguiente, tras el desastre del ataque, Vernon mandó a sus soldados huir a los barcos, y cañoneó durante 30 días más la ciudad. Vernon, incapaz de aceptar la superioridad española, no permitió la retirada y las enfermedades y la escasez de provisiones acabaron por causarle 9000 bajas, que junto a las de los caídos en batalla sumaron 18000. Sin cesar de cañonear, los barcos ingleses se fueron retirando de la zona abandonando su objetivo.

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Mientras los británicos volvían defraudados por el fracaso, en Gran Bretaña se celebraba la supuesta victoria sobre Cartagena de Indias. Victoria, que Vernon había anunciado a su patria prematuramente. Incluso el rey mandó acuñar once tipos diferentes de medallas y monedas conmemorativas donde hacía honor al asegurado triunfo inglés. La más destacada es ala que aparece Blas de Lezo arrodillado ante Vernon, entregándole su espada y con la inscripción «El orgullo de España humillado por Vernon»

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Cuando al fin descubrieron que Inglaterra había sufrido una derrota humillante, rey Jorge II prohibió a sus cronistas que mencionaran este suceso en sus libros. Se suele decir que la historia la escriben los vencedores. En esta ocasión, fue el gran vencedor de la batalla el que desapareció del recuerdo colectivo.

Sin miedo a equivocase, puede uno decir que fue Blas de Lezo quien con su esfuerzo y tenacidad salvó a la américa hispana de las garras de Inglaterra. Sin un hombre como él, España habría perdido todo su imperio colonial, un imperio que todavía sobreviviría casi un siglo más. La Guerra del asiento o de la oreja de Jenkins se saldó con la más sonada victoria de las armas españolas. Una victoria que por desgracia ha quedado siglos en el olvido.

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Texto y entrada por Alberto Ciruelos Enjuto 2º PER y HUM  | Vídeo editado por todo el equipo Irminsul | Voz Enrique Cervera.

Los germanos y la guerra

El mundo germánico era fiero, salvaje, frío, épico y brutal. Un mundo de bosques oscuros, de dioses olvidados, de guerreros admirables… Otro mundo.

Todo comienza en Roma

Mucho antes de cualquier cosa, los Romanos ya andaban matando a los demás y entre ellos. Dos hermanos fundaron la ciudad, según la leyenda, y uno asesinó a otro, aquello era de raíz. Teniendo en cuenta el gusto por la sangre de aquellos romanos, es lógico que se organizaran para matar lo más sistemáticamente posible, así nacieron las legiones. En la Roma más antigua lo primero que encontramos son  los ejércitos ciudadanos anteriores a la reforma de Mario (107 a.C.). Eran ejércitos herederos de la tipología latina y etrusca, es decir, que hasta dicha reforma no aparecieron aquellos legionarios que el cine ha hecho famosos.Antes pues de tener al típico legionario de Astérix y Obélix encontraríamos un primitivo ejército formado solo por unos pocos privilegiados, y exigencias como pagarse el propio equipo o tener la ciudadanía, algo bastante infrecuente. Las tropas se clasificaban según su experiencia y posición social: había  vélites, infantería ligera (pobres tirando piedras, lanzas y flechas) e infantería de línea (prínceps, hastati, y triarios), todos ellos de clase alta pero con diferente armamento y  grados de experiencia encuadrados dentro de la formación.

Como es comprensible con los miles de soldados muertos que provocaron las guerras púnicas y las guerras civiles el estado romano se vio obligado a proceder con enormes reformas, dirigidas por el consul mario Mario. se extendió la ciudadanía a los pobres y a otras ciudades de la península itálica, se eliminaron las diferencias de equipamiento en beneficio de la infantería pesada, se profesionalizó el ejército… Estas reformas fueron muy efectivas, y se mantendrían con pocos cambios desde las Guerras Civiles del final de la República hasta el modelo de estrategia defensiva que se instauró  tras la crisis del Siglo III. Además de un fortalecimiento militar de Roma, la reforma de Mario trajo consigo algo que puso en contacto a los germanos con Roma en su vertiente militar. La desaparición de los vélites se siguió de la llegada de los auxilia, tropas extranjeras al servicio de Roma. Los celtas durante el principado, los sármatas con sus catafractoi (que parecían caballeros medievales), númidas, arqueros escitas a caballo, caballería pesada gótica, fieros hérulos, violentos isaurios… Multitud de pueblos fronterizos con Roma en sus diversos tiempos fueron contratados como guerreros en el momento en el que los romanos dejaron de querer o de poder luchar, en esto destacaron los germanos.

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Batalla de Adrianópolis, germanos contra romanos, difíciles de distinguir.

Imperio Romano tardío

 Durante el Imperio tardío las fronteras de Roma quedaron estancadas, y en esas fronteras enormemente permeables  se produjo una gran influencia e intercambio cultural entre romanos y germanos tanto a nivel social, como militar. La estrategia defensiva romana modificó el ejército y provocó el establecimiento de legiones defensivas llenas de germanos en la frontera, los llamados limitanei. Además surgieron también unas fuerzas de campaña, los comitatensis, una élite de choque totalmente barbarizada. La oficialidad romana fue con el tiempo ocupada por Foederati, antiguos bárbaros mercenarios. Todo acabo en el siglo V con el derrumbe del Imperio y el surgimiento de los reinos bárbaros germánicos. Los ejércitos germánicos fueron en cierto modo herederos de los imperiales, pues hasta la caída de Roma, ellos mismos fueron el ejército romano. Ya con la aparición de tropas particulares de los ricos, comenzó el modelo de  financiación de los ejércitos de reinos sucesores del Imperio Occidental. En el mundo visigodo no había realmente soldados estatales como en el Imperio o en la actualidad. Eran soldados fieles a su líderes directos.

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Batalla del Bosque de Teutoburgo

 Influencia germánica en la Edad Media

 Progresivamente comenzó a producirse una transformación de la caballería pesada en élite social. La caballería heredera de esa mentalidad de guerrero germánico, es un elemento determinante en la Edad Media al convertirse, de forma progresiva en la forma de expresión de poderío militar dada su preponderancia sobre la infantería. Las comitivas de guerreros libres, que en la Alta Edad Media son la nobleza que rodea al rey, nacen de la familia germánica tribal, la gefolge. Sin lugar a dudas, el elemento germánico más determinante fue la constitución social. Los vínculos vasalláticos en los que un hombre libre ofrece sus servicios guerreros se sumaron a la servidumbre como forma de mantener una potente élite de guerreros acorazados. La herencia germana en la edad media es enorme, la idea de la fidelidad, pese a sus similitudes con el patronazgo romano, es mucho más parecida al vínculo existente entre los hombres libres guerreros germanos y su señor. La valentía, el honor, la lealtad y el deseo de entrar en acción fueon constantes en los caballeros medievales, encargados de hacer la guerra pero cristianizados tras la reforma gregoriana que en el siglo XI trata de dominar a una nobleza  de carácter sangriento y eminentemente germánico. Nuestra sociedad hunde las raíces en la Edad Media, la Edad Media bebe de las forma de vida germánica. No debemos olvidarnos que entre nuestros ancestros hubo también épicos guerreros nórdicos.

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Alberto Ciruelos Enjuto | 3º Humanidades y Periodismo

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